Cómo organizar tu economía doméstica
Economía doméstica, activos, pasivos, gastos, ingresos.
22 May 2019
Organizar nuestra economía doméstica es el primer paso para poder disfrutar de tranquilidad financiera. Llevar un control adecuado de los gastos e ingresos que tenemos en nuestro hogar nos permitirá dibujar una imagen precisa de nuestra situación económica. Gracias a esto, seremos capaces de tomar bien nuestras decisiones financieras, seremos mucho más efectivos a la hora de conseguir nuestros objetivos económicos y de superar los imprevistos financieros que puedan presentarse.
1. Analiza tu situación actual
Para organizar y planificar tu economía doméstica tienes que identificar los puntos fuertes y los puntos débiles. Por eso, lo primero que tendrás que hacer es un análisis detallado de tu situación financiera actual haciendo un “balance económico”, como el que haría cualquier empresa. Así, determinaremos los activos y pasivos con los cuales contamos:
- Activos: bienes muebles e inmuebles con los cuales contamos: Ahorros, productos financieros de inversión, etc.
- Pasivos: hipotecas, otras deudas y cualquier otro gasto importante al que hacer frente a lo largo del tiempo.
2. Establece un presupuesto doméstico
Elabora un presupuesto doméstico en el cual contemples los ingresos y gastos globales de que dispone la familia. Es importante que lo hagamos de manera mensual, con la intención de poder modificar posibles descompensaciones entre los gastos y los ingresos que puedan aparecer con el paso de los meses. Nuestro presupuesto contemplará:
- Ingresos: aquí recopilaremos todas las entradas de dinero en el hogar, teniendo en cuenta sueldos, rendimientos de productos financieros y otras inversiones, ayudas y subvenciones, y cualquier otro tipos gananciales económicos.
- Gastos: diferenciaremos tres tipos diferentes en función de su importancia, con el objetivo de poder priorizar sus pagos según nos sea necesario y de eliminar los gastos superfluos. Estos tres tipos de gastos serán:
- Gastos fijos. Serán los gastos que no podremos eliminar en ningún concepto. Gastos vitales con pagos más o menos fijos y periódicos: los derivados de la vivienda (alquileres, hipotecas, seguros del hogar, comunidad de propietarios, impuesto sobre bienes inmuebles); los derivados de la educación de los hijos (libros, actividades extraescolares, cuotas de comedores o de campaments de verano); los derivados del transporte (seguros, gasolina, tarjetas de metro o autobús); y otros impuestos imprevistos.
- Gastos variables. Son gastos necesarios en nuestro día a día, por lo cual no podemos eliminarlos, pero sí que podemos intentar reducirlos. En esta categoría incluiríamos las facturas mensuales de los suministros (luz, agua, calefacción, teléfono e Internet, comida, etc.). Son servicios que necesitamos pero que, con una correcta planificación, revisando ofertas con tarifas planas u horas gratuitas al día y modificando un poco nuestros hábitos, podemos hacer que sus facturas se reduzcan.
- Gastos prescindibles o discrecionales. Son gastos que podríamos prescindir de nuestro día a día en caso de que la situación lo requiriera (ocio, viajes, entradas para espectáculos, etc.).
3. Define tus objetivos económicos
Una vez que hemos determinado nuestra situación económica actual y que hemos elaborado un presupuesto mensual, tendrás que definir tus objetivos económicos que tienen que ser alcanzables en función de tu nivel de gastos e ingresos y condicionarán directamente tu dirección de estrategia financiera. Con el ahorro podrás hacer frente a determinados gastos importantes (compra de vivienda, estudios de los hijos, etc.) o acumular un capital para la jubilación.
4. Haz un seguimiento de tu estrategia
Nuestra economía doméstica va variando en el tiempo según varían nuestras circunstancias personales. Por eso, es importante que revisemos y reajustemos nuestra estrategia periódicamente. Tendremos que analizar nuestra situación económica; repasar y actualizar nuestros presupuestos mensualmente para reducir nuevos gastos o encontrar nuevas oportunidades de ahorro; redefinir y priorizar nuestros objetivos económicos; y concluir si nuestra estrategia económica está facilitando la consecución de nuestros objetivos.
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